Ahora estoy en mis cuarenta y tantos, aunque prefiero decir que me quedé en los 30, ya que fue entonces cuando decidí dejar todo atrás y lanzarme al vacío. Metí en la maleta cuatro cosas y me mudé a las antípodas.

Allí conseguí aprender un idioma nuevo y emprender un negocio propio, con todo lo que conlleva ser tu propio jefe. Trabajar muchas horas, autoexigencia y un estrés desmedido para sacar adelante un negocio desde cero.

Después de 6 años, la cosa no acabó como yo había pensado y todo me llevó de vuelta a España y emprender otros negocios con la misma problemática de estrés, presión y exigencia. Ahora lo veo en la distancia y sė que el problema era yo y no cualquier excusa externa al que solía echarle la culpa.

Todo este ritmo y estilo de vida me llevó a padecer una serie de síntomas que hacían mermar mi salud. Los síntomas no eran muy graves y los médicos no conseguían encontrar el origen de todo ello. Insinuaban que era algo psicosomático y que el estrés desmedido me provocaba todo ello. ¿Mi mente estaba provocándome los síntomas físicos que padecía?

Yo no me lo creí. Así que inicié un periplo para recuperar mi calidad de vida del que solía disfrutar y tanto añoraba. Pasė por diferentes terapias holísticas hasta encontrar aquella que hizo que mi cuerpo y mente recuperasen esa armonía necesaria para afrontar y adaptarse a las diferentes cargas emocionales de nuestro ritmo de vida actual.

Mi intención es ayudar al mayor número de personas que pueda.

Poder transmitir este sistema, es mi “ikigai”, un propósito de vida que da sentido a mi día a día.

Mi aportación es servirte de guía en este proceso de reencuentro con tu equilibrio vital y ofrecerte las herramientas necesarias para que vuelvas a disfrutar de un cuerpo eficiente con energía y sentar las bases para una longevidad saludable.

J.